Heraclio Fournier e inmediatamente pensamos en naipes. O era así antes de que los teléfonos móviles, en realidad ordenadores pequeños,  arrasaran con nuestra forma de vivir en el mundo. ¿Seguirán los alumnos díscolos jugando al mus en las cafeterías de la facultad? O tempora. El tal Heraclio fundó una industria del naipe en Vitoria e inauguró una dinastía con nombres de peso, hoy olvidados. Les une la casona familiar, el hoy excéntrico palacio urbano, pues todos los demás fueron derrumbados. Fenómeno éste que se produjo en muchas ciudades españolas después de los 50. En Madrid fueron cayendo uno a uno los palacetes de la Castellana y raro es que el de Linares, destartalado caserón retratado por Berlanga en Patrimonio Nacional, no corriera la misma suerte. En la vitoriana calle Manuel Iradier aguanta la Casa Alfaro, con su aire a villa modernista, recoleta y bien tapiada a prueba de okupas. A ella volvió a vivir sus últimos años Heraclio Alfaro Fournier, nieto del pater familias y poco profeta en su tierra. Su biografía, recogida por la RAH, arroja a uno de esos españoles que hacen fortuna y laureles lejos de nuestras fronteras. Treinta años de estancia en EEUU, muchos de ellos de profesor de aeronáutica en la MIT, uno de los templos de la tecnología mundial, así lo avalan. Conferenciante, diseñador de motores, aeroplanos y autogiros para la aviación civil y también el ejército, Heraclio Agapito contó entre sus alumnos con Jimmy H. Doolittle. El menda, as de la aviación, fue general en jefe de la octava fuerza aérea durante la Segunda Guerra Mundial. Y sentado en clase lo tenía el españolito. Seguramente nostálgico de su tierra, quién no sufre del síndrome de Ulises, Heraclio regresó a su casa familiar en la capital alavesa en 1945. Cuesta imaginar el abrumador contraste entre la América capitalista y la España gris de lápida de la Falange. Su hermano Tomás, pintor republicano que había sido alcalde interino antes del 36 y vivió para contarlo, debió ponerle al corriente de muchas cosas. En esa casa hoy apuntalada y que barajan en convertirla en hotel, pasó a mejor vida en 1962. Y es que un palacete urbano también puede ser un terruño.

La casa Alfaro Fournier está en la Lista Roja desde el 22 de junio de 2021. ¿Cuándo engrosará la Lista Verde?

Foto derecha: Archivo Municipal Vitoria-Gasteiz