Cuando nos enteramos de que se proyectaba la construcción de una granja de cerdos a los pies del Castillo de Gormaz nos hicimos la pregunta retórica. ¿Tú te imaginas que los moros de Almanzor contemplaran la explotación desde su torre almenada? Ello nos llevó a hojear a Marvin Harris que en Vacas, cerdos, guerras y brujas, los enigmas de la cultura, da respuesta antropológica a viejas y complejas cuestiones. Con ese estilo desenfadado de los académicos anglosajones, el antropólogo explica la repugnancia del Islam hacia los cerdos. Deshecha a la primera el rollo de siempre: que es un animal sucio (¿ha visto usted un gallinero?), que transmite enfermedades como la triquinosis… Harris lo deja bien clarito; no mata la triquinosis, y sí lo hace el ántrax o carbunco que, mira tú por dónde, es transmitido por vacas y caballos. Para Harris el cerdo era un bicho poco adaptado al clima de Arabia (suda menos que una oveja, diga lo que diga el castellano), cuya carne era un artículo de lujo. Así, por motivos prácticos, fue proscrito por el Profeta. Ahora toca convencer, ¡ay Ramon Llull!, a cientos de millones de musulmanes.
Lo dicho, que a los pies de esa fortaleza califal de Gormaz, uno de los grandes castillos de España, que no es poca cosa, avanza el proyecto de granja. El paisaje desde sus arcos de herradura atesora toda la belleza inefable de la llanura soriana. De llorar son las imágenes de cualquier aficionado. ¿Y no es ancha y plana Castilla, como pecho de varón? ¿No hay otro lugar para ubicar el complejo? ¿Pueden imaginarlo en Monument Valley o Mont Saint- Michel? Aunque sea por respeto a los moros muertos que también amaron Al Andalus, muévase esa fábrica a otro lado y protéjase el paisaje de tapiz policromado de los atardeceres de nuestra patria. Inshallah.
El entorno de la fortaleza califal de Gormaz entró en la Lista Roja el 5 de noviembre de 2021. ¿Cuándo engrosará la Lista Verde?