Foto: Rebeca García

No es casual que este título parezca el comienzo de una leyenda de G.A. Bécquer: coinciden nombres, objetos, sonidos, personajes y de nuevo, una ciudad: Toledo.

Todo mezclado, crea cierta confusión. Para el que conozca bien la obra del poeta, nuestro encabezado puede trasladarle a un momento y lugar concreto de su ciudad natal, Sevilla: Convento de Santa Inés. Misa del Gallo:

“ (…) Buena ganga tienen las monjas con su organista; ¿No conocéis a maese Pérez? mi señora madre, que santa gloria haya, dice que le llevaba siempre al órgano consigo para darle a los fuelles (…) ¡Y qué manos tiene! Dios se las bendiga. Merecía que se las llevaran a la calle de Chicarreros y se las engarzasen en oro… Siempre toca bien, siempre (…)”

En Toledo, nuestro maese toca el Hammond (y el piano, la batería, el bajo, el ukelele…). Puede parecer que su apellido Maeso juegue intencionadamente con las vocales para contaros su nuevo proyecto relacionado con el patrimonio musical. En esta ciudad, directa o indirectamente todos conocemos a “Juli”: Julián Maeso, artista, apasionado de la música, compositor, bohemio y ante todo generoso por este gran regalo que hace a su ciudad. Desde muy pequeño su interés por la música ha hecho que atesore una extraordinaria colección de instrumentos musicales que ha decidido exponer para el uso y disfrute de todos.

Presentada en un enclave singular y bajo el título Alma Sonora, el músico nos brinda parte de los objetos musicales que han marcado su vida y la de muchos melómanos:

Desde una pianola del siglo XIX, pianos de cola, a los pianos eléctricos tipo Wurlitzer cuyo sonido dulce nos recuerda a las inconfundibles canciones de Supertrump. Órganos portátiles (como ese Casio rojo o blanco que muchos tuvimos por Navidad), y otros menos fáciles de trasportar…(que se lo digan a sus amigos). Sin duda uno de los elementos mas impactantes es el montaje y escenografía del Yamaha Ex42, fabricado en la década de los 70 y conocido como la Great Machine. Ver girar sus altavoces puede llegar a ser hipnótico…

Si tuviésemos que elegir uno sólo de toda la sala, sin duda sería el órgano Hammond. Concebido inicialmente para su uso religioso, hoy en día se considera uno de los instrumentos más complejos por sus componentes y su vibrante timbre. La muestra también se atreve a desnudarlos para que podamos comprender y entender cómo se producen los sonidos.

A ellos hay que sumar guitarras personales, amplificadores, pick up y tocadiscos setenteros, y un salón “de escucha” – con sofá de autor incluido-, en el que se nos invita a hojear vinilos y bibliografía especializada. Paralelamente se ofrecerán conciertos, charlas, talleres de sonido experimental y otras actividades abiertas a todo tipo de público. Y esperen que aún queda lo mejor…

Imagínense por un momento que el propio Bécquer les leyese una de sus rimas o leyendas por las calles de Toledo o Sevilla; o que sumergidos en el Nautilus junto a Nemo, son espectadores privilegiados de un concierto de órgano bajo el mar. Y es que es el propio Julián quien te acompaña en esta experiencia. Vivirla, emociona. No duda en detenerse y así, sin más, te deleita con un “Hit the Road, Jack” golpeando un Wurlie bajo la tutela de una impactante efigie de Ray Charles.

“ (…)y maese Pérez puso sus crispadas manos sobre las teclas del órgano. Las cien voces de sus tubos de metal resonaron en un acorde majestuoso y prolongado, que se perdió poco a poco, como si una ráfaga de aire hubiese arrebatado sus últimos ecos. A este primer acorde, que parecía una voz que se elevaba desde la tierra al cielo, respondió otro lejano y suave que fue creciendo, creciendo, hasta convertirse en un torrente de atronadora armonía. Era la voz de los ángeles que atravesando los espacios, llegaba al mundo (…)”

Como contadora de historias, sería bueno terminar con un buen final. Pero lamentablemente, la única salvedad, es que sólo le han permitido el uso de la sala de exposiciones durante un mes (¡sólo el montaje ha durado tres semanas!). Una colección como esta, inédita y con un alto grado de interés histórico y artístico, se convierte (ipso facto) en uno de los mejores ejemplos de ese valor social del patrimonio cultural que siempre leemos sobre el papel. Cómo mínimo, bien merece su atemporalidad ¿no creen?

Alma Sonora, no podía estar titulada de otra manera. Les aseguro que tras ver esta exposición, uno sale más feliz que cuando entró.

Gracias por tu generosidad Maese Hammond.

Alma Sonora. Lugar: Museo Victorio Macho (Toledo) Hasta el 17 de Enero de 2021. Más info: www.almasonora.org