Carlos Baltés.
Visitar la capital del antiguo Reino de León, heredero a su vez del más viejo todavía Reino de Asturias, es enormemente esclarecedor para percibir en nuestra conciencia de españoles la fuerza del tiempo acumulado que nos precedió y da razón de nosotros, de lo que fuimos en el pasado y de lo que somos todavía. La larga cadena de reyes que gobernaron estos territorios muestra su empuje hacia el sur en busca de un reino perdido: el Reino Visigodo de Toledo o lo que es lo mismo el Regnum gothorum. Pues bien, ese sostenido esfuerzo de siglos que hizo la realeza y el pueblo quedará jalonado inicialmente a través de dos ciudades emblemáticas como son Oviedo y León. Este impulso militar sostenido durante largas centurias tendrá como objetivo recuperar el reino visigodo perdido. De modo que será Toledo, su antigua capital, el tercer jalón a recobrar. La gloria de su rescate recaerá en el rey Alfonso VI de León -también de Castilla después-quien reconquistará la ciudad de Toledo en el año 1085. Esta victoria del gran rey de estirpe leonesa supuso un hito de carácter militar y político de máxima relevancia que le hizo intitularse a partir de entonces como Imperator totius Hispaniae.
Veamos ahora el significado y origen de los nombres de las tres históricas ciudades mencionadas. Empecemos por Toledo, ¿de dónde viene la palabra Toledo? seguramente proviene del latín: Toletum, es decir: tierra en alto. Asimismo, podemos preguntarnos por el origen del término Oviedo, que también parece venir del latín, a través de dos términos: urbs y vetus, es decir, ciudad vieja, aunque también se hace una sorprendente mención de sus orígenes vinculándolos también con una colina o la falda de un monte. Y finalmente será la propia León la que recibirá su nombre a través del mayor símbolo del poder militar de Roma: las legiones, exactamente de la Legio VII Gemina y de la Legio VI Vitrix, pues ambas se aposentaron en la zona en distintas fechas a lo largo del siglo I a. C. Todo ello apunta a un sorprendente símil filológico entre las tres ciudades mencionadas de forma paralela a su asociación histórica, como ya hemos señalado. Y es que la última ciudad, León, recogiendo la herencia de las otras dos vivirá en su tiempo acumulando siglos y experiencias que le otorgarán una idiosincrasia particular que definirá su carácter y le aportará la magnificencia histórica y artística que hoy posee. León, pues, ha reunido muchas singularidades que brevemente trataremos mostrar.
Merece la pena fijarse en la figura del Rey de León Fernando I, llamado el Magno, y con razón, dada su labor política y cultural en el Reino de León. Hijo del Rey Sancho Garcés III de Pamplona, fue designado en 1029 conde de Castilla por su condición de hijo de Muniadona, hermana de García Sánchez de Castilla. Finalmente, en 1037 se convirtió en Rey de León por su matrimonio con Sancha de León, hermana del Rey de León, Bermudo III, el cual murió, sin dejar descendencia, en la Batalla de Tamarón en lucha precisamente con el propio Fernando, conde de Castilla. Tras este episodio y después de ser ungido rey de León en 1038, se dedicó de lleno a resolver los asuntos internos del reino primero, de frontera con los reinos cristianos limítrofes y sobre todo a avanzar en la Reconquista contra los musulmanes con posterioridad. Su influencia en toda la Península fue muy grande y conformó lo que sería todo su desarrollo político y geográfico después.
Finalmente, confirmó el Fuero de León y ordenó seguir el código visigótico como norma fundamental del reino leonés, restableciendo también el derecho canónico visigótico. Con su reforma administrativa y de reorganización del Reino fortaleció el poder real sometiendo a la nobleza y a las villas. Se preocupó, por otro lado, de las corrientes que venían de Europa en el arte y el pensamiento y propagó el arte románico en diversas edificaciones entre ellas la Cripta de San Antolín de la Catedral de Palencia y el pórtico de la Colegiata de San Isidoro de León. Asimismo, en 1063 se depositaron por su intervención en esta Basílica los restos de San Isidoro de Sevilla, que había fallecido en el año 636 en plena época visigoda. Falleció el gran rey Fernando I en el año1065.
Tras estas consideraciones generales sobre los condicionantes históricos del Reino de León recogeremos algunas circunstancias de su capital que explican tanto su carácter de urbe como las razones del interés artístico que despierta en sus visitantes.
Veamos primero la Basílica de San Isidoro, que es un conjunto arquitectónico polifacético y verdaderamente excepcional por la reunión de historia, arquitectura y escultura y arte en general que atesora. Su Panteón Real, del siglo XI -reconocido como la verdadera Capilla Sixtina del Arte Románico- sus pinturas al fresco originales que recogen escenas del Nuevo Testamento mientras que a su lado un claustro románico, el más antiguo de España, recuerda la condición de León como cuna del parlamentarismo, puesto que en 1188 el Rey Alfonso IX acogió a todos los estamentos sociales por primera vez en asambleas: nobleza, clero y ciudadanos de los burgos, estableciendo en ellas los derechos y libertades de las personas. Este Panteón recibió los cuerpos de sus reyes fundadores Fernando y Sancha con tres de sus hijos Urraca, Elvira y García. Asimismo, la Colegiata recoge los restos del Palacio Real y sus pinturas murales, así como la impresionante biblioteca y archivo con numerosos incunables, códices y grandes tesoros documentales del pasado hispánico.
En la denominada Capilla de Quiñones se encuentra el Tesoro de los Reyes de León que recoge muchas piezas de incalculable valor, entre ellas el emblemático Gallo original de la veleta que, venido de Mesopotamia sobre el siglo VII, se ubicaba en la bellísima Torre del Gallo del siglo XII. Esta atalaya impresiona por su personalidad, siendo su cuarto piso dedicado a campanario y por encima del mismo se asienta un chapitel de pizarra. Finalmente, en el pináculo del mismo, una reciente veleta del famoso gallo conforma en la actualidad el conocido símbolo “protector” de la ciudad de León. Dentro del Tesoro nos encontramos también con la Campana Laurentina, que es la campana más antigua de España. También se guarda allí la Arqueta de San Isidoro, que se utilizó para traer las reliquias del santo desde Sevilla, reliquias que reposan hoy en altar mayor de la iglesia. Por último, es también destacable en la Colegiata la vigencia en su conformación general del espíritu y la liturgia hispanos que es herencia indudable de los Concilios de Toledo, de manera que se hace patente en el conjunto la consideración y aprecio por las costumbres, las tradiciones y el mundo de los visigodos…
Tras la Colegiata, la Catedral. Es Santa María de Regla el nombre de la advocación mariana de la catedral gótica de León. Su valor y potente significación quedan avalados recordando que fue el primer edificio declarado monumento nacional en España en 1844. La construcción se realizó entre 1205 y 1301. Las obras iniciales se realizaron bajo el Maestro Enrique, el Maestro Simón y Maestro Juan Pérez, quien sustituyó al primero tras la muerte de aquel. Su estilo gótico alcanza la perfección. Se la ha denominado Pulchra Leonina, la “Bella Leonesa”. Las proporciones de la catedral siguen el módulo geométrico euclidiano del triángulo (Ad Triángulo), de forma que la altura de la catedral es inferior a su anchura; estas disposiciones respondían no solo a la elección de fundamentos arquitectónicos constructivos, por ejemplo, la instalación de contrafuertes para sostener el empuje de las bóvedas de crucería, sino que también, como se ha visto en la actualidad, las construcciones catedralicias han contado con una geometría fractal que estudia el resultado final de la edificación de los templos a través del análisis de la rugosidad y escabrosidad de los terrenos junto con su condición sísmica. A. Semper y B. Herrera han realizado el estudio (“Análisis fractal de las catedrales góticas españolas”. 2014) considerando el criterio de dimensión fractal y aplicándolo a dichas catedrales, coligiendo con ello que existe un patrón fractal similar para la mayoría de las catedrales góticas de España. Por otra parte, al deseo estrictamente constructivo catedralicio hay que añadir la inspiración emanada de los conocimientos propios del famoso quadrivium medieval, cuyos conocimientos eran compartidos generalmente por los promotores eclesiásticos y por los propios arquitectos, es decir, ambos sectores pretendían levantar la Ciudad de Dios con la ayuda de la sabiduría de los hombres. Y este gran empeño se aprecia con especial claridad en la “Bella Leonesa”, pues es la catedral de León la que ofrece el mayor summum lumínico, el mayor espacio dedicado a las vidrieras de todas las catedrales españolas. La razón de este summum de luz responde a la búsqueda y personificación de la realidad celeste, de su Luz y de su ubicación cerca los Cielos. La belleza inconmensurable de esta catedral ha exigido para garantizar su estabilidad en el tiempo, que se llevaran a cabo por importantes arquitectos de diversas épocas obras de reparación y de consolidación de diferentes elementos constructivos que se vieron afectados por problemas de cimentación de los pilares y acumulación de humedades. Será el siglo XIX el momento de la mayor restauración de la Pulchra Leonina, lo que ha posibilitado que llegase en todo su esplendor a nuestros días.
Igualmente es el Convento de San Marcos otra de las joyas de la ciudad de León. Su estilo es un formidable renacimiento-plateresco. Se inició su construcción en 1516 finalizándose las obras 200 años más tarde. Su fachada plateresca es sobrecogedora para el espectador por su esplendor: se conforma de un solo lienzo de dos cuerpos y dos pisos, rematado con crestería calada y candeleros. El primer cuerpo dispone de ventanas de medio punto y pilastras platerescas mientras que el segundo cuerpo cuenta con balcones y columnas con balaustradas. En el zócalo se muestran personajes de la antigüedad clásica y grandes nombres españoles de nuestra historia. En la fachada aparece a un lado, una torre de aspecto palaciego decorada con una cruz de Santiago, y al otro, la Iglesia, que es del llamado estilo reyes católicos, y fue consagrada en 1541. La observación de la fachada desde la explanada central que sirve de antesala al edificio se convierte en un salón abierto a la contemplación. Los orígenes del edificio se encuentran en el siglo XII como hospedaje para peregrinos del Camino de Santiago, haciendo las veces de hospital y de templo. También fue residencia principal de la Orden de Santiago en el Reino de León, eligiéndose en 1176 el primer prior de dicha Orden. Merece nombrarse el claustro doble que es de soberbia factura y grandioso en sus proporciones.
Hoy es parador: el Hostal de San Marcos, así ha sido conocido desde la década de los años 60 del pasado siglo. Tal vez su última remodelación para esta finalidad haya sido excesivamente “actualizada” buscando posiblemente la estética de los modernos tiempos.
Tras las visitas a algunas de las importantes joyas de la ciudad de León sólo queda la propia León como espléndida joya global. Sus Plazas, sus Calles, sus Palacios, sus Casas, sus murallas y rincones aparecen espléndidos ante la mirada del paseante…
Sí, León es la ciudad de la belleza perenne y del tiempo contenido, porque en ella se percibe que un mundo muy antiguo, el del viejo Reino de Toledo, ha sido transportado a la realidad de León en su modernidad. Es como si los restos de San Isidoro, el mayor sabio de la Alta Edad Media hubiera revivido en esta ciudad al traer a ella sus restos mortales desde Sevilla. San Isidoro, tan lejano en el tiempo, ha sido reconocido como el Patrón de Internet, esa estructura digital del conocimiento tan moderna y actual. La Antigüedad y la Modernidad unidas en perfecta simbiosis, eso es León. En ningún lugar como en la Colegiata de San Isidoro de León se aprecia lo que es la antigüedad reconocible propia de los españoles todos. Es en la galería más antigua del claustro de la Colegiata en dónde se aprecia con mayor claridad la lejanía de otros tiempos. Es en este lugar dónde la antigüedad se hace más palpable. Sí, en ese ámbito se recoge la esencia de un tiempo ido, muy distante, pero nuestro. Y es que en la ciudad de León gravitan fuerzas telúricas que hablan a los paseantes que saben escuchar y observar. ¿Qué otro significado puede tener que en un tiempo relativamente próximo se haya implantado en la Plaza de San Marcelo a un poderoso y rugiente león que surge del suelo de la ciudad? Son las fuerzas telúricas ancestrales que dan a la ciudad su personalidad por encima del discurrir de los años. Y es que el paso de los siglos unido a la inteligencia y al tesón permiten ofrecer altos grados de cultura e innovación como es el magnífico caso de la ciudad de León, que ha sido y es la cuna del Parlamentarismo y de la moderna Democracia, circunstancias que han sido reconocidas por la Unesco en 2013 y que se recogen en un pequeño monolito que se asienta en la panda más antigua del claustro de San Isidoro. Y está ahí merecidamente porque de la antigüedad civilizada surgen las novedades más esplendorosas.
Al pasear por León se percibe el diverso lenguaje de sus edificios que transmiten un mensaje múltiple que ha sido escrito a través del discurrir de las centurias, de manera que cuando se repara en su realidad variopinta se siente un estremecimiento estético y moral. Veamos, el caso de la Casa Gaudí, de estilo modernista neogótico con sus esquinas perfectas y sus fachadas gigantes que dibujan unos perfiles impecables resueltos con máxima elegancia. En sus inicios fue casa de vecinos y almacén de telas. Pero nadie puede negar que también parece un castillo de cuentos de hadas o, alternativamente, una casa burguesa centroeuropea. Es un edificio colosal nacido del empuje de algunos emprendedores de esta ciudad como es el caso de Simón Fernández, Mariano Andrés y Juan Homs y Botines, del quien recibió el nombre por el que también se la conoce.
Muy cerca de la Casa Botines se encuentra la Plaza Mayor de León que data del último tercio del siglo XVII en su versión moderna, puesto que diversos incendios la destruyeron en varias ocasiones. Su edificio más característico es el llamado Consistorio o, alternativamente, el Mirador. Su estilo es un mayestático barroco que presenta dos torres terminadas en chapiteles situadas a un lado y al otro de la fachada. Los dos nombres las denominan correctamente porque, en efecto, es Consistorio, -por ser dependencia del Ayuntamiento- y, asimismo, Mirador -porque su balconada principal se usa como tribuna para acoger celebraciones, y en tiempos pasados, sermones religiosos-. Ambos nombres son oportunos, en verdad. Sin embargo, el nombre más ajustado, pudiera ser el de conformar un trampantojo, no ya por ser sólo pintura, que no lo es, sino por casi no ser…, puesto que la fachada principal si bien tiene 32 metros de largo resulta que las laterales tienen poco más de 5 metros de profundidad. Su aspecto es majestuoso a la vista, pero sus medidas no dan para más. La razón de esta escasez radica en que tras el imponente edificio barroco que señorea sobre la plaza se encuentra, rozando con su trasera, el ábside de la Iglesia de San Martín, un templo románico que allí se ubica desde el siglo XI.
Siguiendo nuestro paseo desembocamos repentinamente en una explanada en dónde se asienta con todo su esplendor la catedral gótica de la ciudad, que muestra su imagen apuntando con todas sus agujas y torres a los cielos. Unos pasos más y en su interior nace la idea, ante lo que se percibe, de un relicario constituido por piedras tan bien trabajadas que parecen “elásticas y moldeables” acomodándose a los gustos imaginados por los arquitectos del pasado, mientras los vitrales, de múltiples colores, se convierten ante nuestra vista en un sueño, el sueño de la Eternidad que rodea al paseante y le anima a escalar los muros tras los cuáles se supone ¡bendita suposición! el Paraíso con toda su gloria. De manera que las vidrieras parecían constituir las paredes externas de los Cielos, mientras que del impresionante órgano catedralicio parecía surgir la sonoridad y el resplandor de la vida inmortal…
La unión de dos mundos… Una dualidad que se convierte en un leitmotiv que se reproduce por todo León. En efecto, el magnífico conjunto de la Basílica de San Isidoro, el Panteón Real y los restos del Palacio de los Reyes leoneses transmiten también un mensaje híbrido sobre Mundo Terrenal y la Vida Eterna que, sin solución de continuidad, conviven el Uno al lado de la Otra como se capta en una panorámica desde la Plaza que lleva el nombre del santo polímata.
También los claustros leoneses constituyen de por sí un género particular de imaginación, grandeza y soledad para el Paseante, que medita sobre su conjunto mientras los admira en la Catedral, en San Marcos y en San Isidoro, ya que tras las pandas y arcos de estos claustros se encuentran imaginativamente la vida terrenal y la celestial. Y es que en estos ámbitos recoletos se perciben con plenitud la pátina del tiempo, de la vida que fue y de la vida que será. Sí, este paseo por la ciudad de León ha sido muy especial para el paseante que ha palpado la profunda antigüedad de un tiempo ido y la esperanza en el futuro que vendrá. Representa León la belleza sin igual de una ciudad escatológica y refinada a la par, de una ciudad que se pierde en el pasado y que se prepara para el porvenir. Verdaderamente León es la ciudad de la Belleza y del Tiempo.
Madrid, noviembre de 2023
Economista por la Universidad Complutense de Madrid. Tras su dedicación primera a la Banca y la Industria, desarrolla su labor como escritor con diferentes obras de pensamiento y literatura a través Ensayos, Novelas y Cuentos.
Con su último libro, Escrito por el Tiempo (2018), culmina su trilogía sobre el tiempo que inició con el ensayo El Mundo Transformado y con la novela Retorno a Marbella.