Citando a Linda Nochlin, “¿por qué no han existido grandes artistas mujeres?”. Es la pregunta que, inevitablemente, una se hace cuando todo lo que le imparten en clase y cuando la gran mayoría de exposiciones que se celebran, están relacionadas con la labor masculina. Se ha normalizado de una forma incomprensible la exclusión y la ignorancia del patrimonio de las mujeres en la Historia del Arte. Pero ¿por qué en el siglo XXI se continúa haciendo? Ésta es la reflexión que surge al finalizar el recorrido de Maestras. Pensarán, no es cierto, pero plantéenselo de la siguiente manera, ¿cuántas se organizan al año? ¿Dos? ¿Tres? ¿Cuántas se hacen sobre hombres? Si tú, lectora, lector, visitas un museo, fíjate en si el número de obras realizadas por mujeres es igual o inferior al de los hombres.

Guerrilla Girls reivindicaron la carencia de artistas femeninas en las salas del MET, frente a la ingente cantidad de desnudos femeninos (más del 85%), en su obra Do women have to be naked to get into the Met. Museum?

Pero esto no es algo que ocurra fuera de nuestras fronteras: en 2021 el Museo del Prado contaba con ocho obras expuestas, realizadas por mujeres; mientras que el resto, unas 1.218, pertenecían a hombres. Afortunadamente, en los últimos años han tratado de subsanar este gravísimo problema, realizando una sección en su página web dedicada a ellas: El Prado en femenino. A pesar de que valoramos el esfuerzo puesto en esto y en las exposiciones que realizan, no son suficientes. Queremos ver actos. Queremos que las obras de las artistas, 437 para ser exactos, tengan visibilidad real en las salas de exposición permanente, no solo de este museo, sino de todos los que hay alrededor del país.

Deben estar presentes en los libros de texto como iguales. Lo dijo Judy Chicago, “Obviamente debemos introducir nuestro contexto histórico en la sociedad… por ejemplo, introducir la historia del arte femenino en todas las escuelas, desarrollar una nueva forma de hablar sobre arte femenino y hacer que eso continúe a gran escala (…)”; Nancy Spero, “He llegado a la conclusión de que “el mundo del arte” tiene que unirse a nosotras, las artistas, y no al revés (…)”; y Hélène Bertaux en el siglo XIX, “La mujer artista es una fuerza ignorada y poco comprendida, y su ascenso se ha obstaculizado (…)”. La lista es tan larga que no estoy capacitada para continuar, porque me faltaría espacio y porque mi indignación crecería de tal forma que no sería capaz de continuar escribiendo desde el respeto, el que siguen sin tener las artistas que día a día luchan por ser escuchadas, admiradas y juzgadas como sus compañeros.

Berthe Morisot escribió “No creo que haya existido nunca un hombre que haya tratado a una mujer como a un igual, y eso es todo lo que yo quería. Sé que valgo tanto como ellos”. Evelyn de Morgan con gran pesar, expresó “Diecisiete años echados a perder, dedicando el tiempo a comer y desperdiciarlo (…). El arte es eterno, pero la vida es corta (…). Lo compensaré ahora, no tengo un momento que perder”. Por favor, no desperdiciemos la lucha de todas aquellas artistas que han intentado ser escuchadas en un mundo en el que creían que no importaban. Se lo debemos a ellas, a nosotras, y las que vendrán después.

Bibliografía

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