Los jesuitas siempre fueron una orden diferente. Su propio nombre lo asevera: Compañía de Jesús. Que su fundador tuviera un origen hidalgo y un pasado guerrero debió dotarlos de ese carácter inconfundible, osado, rebelde y, quizás elitista, que tanto malestar levantó entre las monarquías absolutistas. De España los echó Carlos III como cabeza de turco del motín de Esquilache y aún en 1931 la recién fundada república. Descubrimos que el artículo 26 de su constitución prohíbia aquellas órdenes con un cuarto voto, no precisamente el de silencio. Diez días se les acabó dando para abandonar el país, algo menos que a los moriscos. La política es el arte de lo posible escribió Cánovas, y ambas iniciativas no lo eran. Entre las dos épocas ya mentadas tuvo tiempo la Compañía de construir impresionante centro educativo para chicos ricos en la desembocadura del Miño: el Colegio de Santiago Apóstol de Camposancos (1875). Las imágenes de su devastación actual no reflejan la riqueza que debió atesorar a finales del XIX, y que cualquier adolescente relacionaría con Hogwarts. Gimnasio, sala de juegos, diferentes patios por edades, observatorio, museo, huerto, herrería y panadería propias, seminario, todo al servicio de la formación de una élite civil y religiosa entre la que sobresalió uno de los últimos presidentes de gobierno antes de la Guerra Civil, el galleguista Manuel Portela Valladares. El propio origen de la universidad de Deusto parece hallarse en Camposancos y hay quien menciona el colegio como caldo de cultivo del primigenio nacionalismo vasco. En él estudiaría Luis Arana, hermano y mentor de Sabino, antorcha del supremacismo euskara y fundador del PNV. Claro es que por aquel entonces contados con una mano eran los colegios jesuitas en nuestro país. El de Santiago aún impone un respeto reverencial desde su figura almenada sobre la margen derecha del primer río de Galicia. La guerra, que no supo evitar Portela, el más empoderado (palabra de moda) de sus alumnos, habría de teñir sus muros del siniestro color de la tortura y la represión franquista. El colegio fue, efectivamente, centro de detención primero y luego tribunal militar. Para entonces el político gallego andaba ya exiliado en Francia, donde moriría en tierra extraña. El edificio, como por mímesis literaria, parece hoy más que nunca el lóbrego Castillo de Colditz.
El Colegio Santiago Apóstol de los padres Jesuitas de Camposancos está en la Lista Roja desde el 29 de mayo de 2019. ¿Cuándo engrosará la Lista Verde?
Foto de la izquierda: http://paxinasdaguarda.blogspot.com/
Foto de la derecha: Angel Vila. https://metropolitano.gal/