Ayer, 15 de junio, el programa de televisión Madrid Directo se hizo eco de la entrada del Río Guadarrama a su paso por Móstoles, Navalcarnero y Arroyomolinos en la Lista Roja de Patrimonio de Hispania Nostra. Solicitaron la colaboración de un/a representante de la organización, y allí estuvimos trepando por la montaña de escombros de un vertedero ilegal a orillas del Guadarrama. El escaso tiempo dedicado a cada tema y la necesidad de lanzar mensajes claros y concretos de este medio de comunicación hicieron que un problema complejo pareciera bastante más simple de lo que es. Por ello, me gustaría dedicar el post de hoy a este tema.
En las márgenes del río Guadarrama, a su paso por los municipios de Móstoles, Navalcarnero y Arroyomolinos, existe un vertedero ilegal repartido en 17 focos donde se acumulan miles de sacos de escombro derivados de la construcción, y basuras de todo tipo, incluidos electrodomésticos desguazados, muebles, plásticos, ropa vieja, ruedas de vehículos y hasta coches calcinados. Como todos los ríos españoles, la gestión del cauce corresponde a la Confederación Hidrográfica, en este caso, la del Tajo.
Sin embargo, los vertederos se encuentran en terrenos pertenecientes al Parque Regional del Curso Medio del Río Guadarrama y su entorno, una figura de protección ambiental que cuenta con un Plan de Ordenación de los Recursos Naturales (PORN), y debería contar (desde el año 2000) con un Plan Rector de Uso y Gestión (PRUG), del que por el momento carece. Por otra parte, la Cuenca del río Guadarrama es un espacio protegido por la Red Natura 2000 (europea) bajo la figura Zona Especial de Conservación (ZEC), regulado por un Plan de Gestión que establece, entre otras cosas, que la Comunidad Autónoma fijará las medidas necesarias para asegurar la conservación de los hábitats naturales y de las especies de flora y fauna que allí habitan, así como los planes e instrumentos de gestión que aseguren tales fines (BOCM Decreto 105/2014 de 3 de septiembre).
Por otro lado, la gestión de los residuos corresponde a los municipios donde se encuentran los vertidos; en este caso, a los de Móstoles, Navalcarnero y Arroyomolinos. Y por si esto fuera poco, junto a los vertederos y asociados a ellos, se encuentran dos de los mayores asentamientos informales de la Comunidad de Madrid: Las Sabinas (Móstoles) y Rivera de San Pedro (Arroyomolinos), donde la situación de vulnerabilidad es importante. Aunque esta realidad no exculpa de responsabilidad a quienes realizan los vertidos, pone sobre la mesa un problema del que son partícipes las empresas constructoras y de reformas que contratan los servicios de transporte que viven de la economía sumergida. Y todo esto ocurre a escasos kilómetros del centro político y financiero español.
Un entramado de gestión tan complejo provoca que los problemas sanitarios, medioambientales y sociales se vengan sucediendo desde hace veinte años ante la pasividad de las administraciones. Así lo han denunciado Ecologistas en Acción desde hace años.
Estas montañas de escombros representan un peligro para la salud pública y ambiental de primer orden, además de suponer un importante coste a las administraciones; es decir, a los contribuyentes. El agua del río Guadarrama, afluente del Tajo, cuyas aguas dan servicio a españoles y portugueses, desde la Comunidad de Madrid hasta Lisboa pasando por Castilla La Mancha y Extremadura, está contaminada con los restos de aceites, gasolina y otros productos químicos de estos vertederos. Además, las ratas que se pasean por ellos (la que vimos era real, no una licencia poética del periodista) son un foco de infecciones. Por no hablar del peligro que supone una montaña de basura de más de 2 metros colocada de forma inestable, que antes o después acabará cayendo al río si nadie lo remedia.
Como saben, un río es uno de los sistemas ecológicos más ricos, complejos y biodiversos donde habitan y utilizan como zona de campeo un buen número de especies de fauna. En este caso, el galápago europeo y el leproso, el ánade real, la nutria, la gineta, el turón, la garza real, el búho real, el águila imperial, o el buitre negro y leonado, entre otros. La flora característica de ribera, como el chopo negro, el taray, el sauce o los carrizos y juncos, se han visto afectados por los incendios que de cuando en cuando suceden en los vertederos, y cuyo crecimiento se ve seriamente afectado, si no imposibilitado por completo. En definitiva, estamos ante un ecosistema ya muy alterado y en grave peligro si uno solo de estos vertederos colapsa y cae al río provocando un tapón.
Mientras tanto, los organismos competentes actúan lo mínimo imprescindible, echándose las culpas unos a otros o alegando que no tienen presupuesto para acometer esta limpieza. No, el problema no es solo de retirada de escombros, que también (basura llama a basura), es también un problema social derivado de la situación de vulnerabilidad de la gente que vive en los asentamientos informales cercanos. Así como un problema medioambiental por la falta de gestión del espacio protegido, y un problema de salud pública por la contaminación de las aguas del río.
Si algo deberíamos haber aprendido de la COVID-19 es que la salud de los humanos y la de los ecosistemas está íntimamente relacionada; qué cada especie que habita en nuestro entorno garantiza la biodiversidad y que cada una que desaparece nos acerca más a los virus que originan las zoonosis (recordemos qué otras grandes pandemias están a la vuelta de la esquina). También deberíamos haber asimilado que la salud de todos está en manos de cada uno de nosotros; que la educación y la colaboración de todos es la mejor forma de superar las dificultades; y que las administraciones trabajando en conjunto pueden hacer mucho. Enfrentadas no nos sirven para nada a los ciudadanos.
Administradores públicos: ¿Qué tal si en lugar de echarse los trastos a la cabeza unos a otros se sientan a hablar alrededor de una mesa y buscan una solución conjunta a este problema? Y de paso, a muchos otros.
Sociedad civil: seamos conscientes de que la Tierra es nuestro mayor patrimonio. Todas y cada una de las especies de flora y fauna tienen su función, y todas ellas sustentan la vida del ser humano. Es labor de todos conservar y proteger el entorno. Concienciar y educar está al alcance de todos, incluidas las asociaciones sin ánimo de lucro y los medios de comunicación.
Confiamos en que el Río Guadarrama no permanezca mucho tiempo en la Lista Roja de Patrimonio de Hispania Nostra y que, con la colaboración de todos, podamos verlo pronto en su Lista Verde. Desde aquí quiero agradecer a Ecologistas en Acción y a Telemadrid por hacer suya esta causa, que es la de todos.
Imágenes: Sole Sánchez Pacho_Ecologistas en Acción. Vertedero en la Rivera de San Pedro (Arroyomolinos), junio 2020.