¿Cuándo la historia se convierte en leyenda? y ¿Cuándo la leyenda en mito?
Estas eran algunas de las preguntas que me hacía cada vez que pasaba montado en mi
bicicleta junto a la Misión de San Antonio de Valero.Puede que el nombre de Misión San
Antonio de Valero no suene a muchas de las personas que lean este artículo. No se
preocupen, tampoco me sonaba a mí cuando lo escuché por primera vez. Pese a ese
nombre, por lo pronto desconocido para muchos, la Misión San Antonio de Valero es uno de
los lugares más conocidos del folklore estadounidense.
Esta Misión es una de las cinco que se encuentran en la ciudad tejana de San Antonio y
que junto con el Rancho de las Cabras conforman el Sitio de Patrimonio Mundial de la
UNESCO San Antonio Missions. Sin embargo, San Antonio de Valero no es famoso en
Estados Unidos por estar dentro de la lista de patrimonio mundial. Tampoco lo es por formar
parte de ese grupo de cinco misiones, que en el siglo XVIII, formaron el único entramado de
misiones a menos de un día de caballo entre ellas. Esto último, inaudito antes y después de su creación. Todo ello era una estrategia castellana para frenar los avances franceses
desde Louisiana.
Hay muchos elementos por lo que San Antonio de Valero hubiese sido famosa si su historia
hubiese sido diferente. Pero no ha sido así. San Antonio de Valero, o quizá debería de decir
El Álamo, es famoso porque fue donde de alguna manera se gestó el nacimiento de la
republica tejana y de parte del sentimiento nacional americano. Porque al fin y al cabo casi
todos recordamos El Álamo como deseaba Sam Houston.
El Álamo es un nombre de sobra conocido en todo el todo el mundo occidental. Los
estadounidenses se han asegurado de ello mediante sus epopeyas hollywoodienses. Hoy
en día El Álamo es uno de los lugares más visitados de San Antonio. Su localización – en
pleno downtown – y su historia ayuda a que sea objeto de visita de los miles de turistas que
antes y después de la pandemia lo visitaron y visitarán. Muchos de ellos han aprendido en
clase de historia como en la batalla de El Álamo los Davy Crockett y James Bowie
defendieron el fuerte hasta su último aliento convirtiéndose en los héroes de la incipiente
República de Texas y de los neonatos Estados Unidos de América.
Como ya he mencionado me fascinaba tratar de entender como un pequeño pedazo de la
historia de tal monumento se había convertido en mito, apabullando todo lo que le había
precedido. Es cierto que El Álamo está dentro del Sitio de Patrimonio Mundial y que en su
visita guidada uno puede encontrar información sobre el resto de las misiones, pero también
es cierto que en cuanto al relato histórico de las misiones, El Álamo va por libre.
El resto de las misiones son gestionadas por el Servicio de Parques Nacionales. En cada
una de las misiones el relato histórico y museológio que se presenta es aquel por el que en
2015 fueron incluidas en la lista. Misión San José, Misión Concepción, Misión Espada y
Misión San Juan narran la historia de la confluencia entre las culturas de los misioneros
católicos españoles y de los nativos Coahuiltecan durante el siglo XVIII. San Antonio de
Valero por su lado se centra en la batalla de El Álamo mayoritariamente, con algun que otro
panel explicativo sobre el resto de las misiones.
Es interesante ver como en un Sitio de Patrimonio Mundial existe esta diferencia entre
discursos dentro de los elementos del mismo sitio patrimonial. Uno esperaría que los
valores por lo que fue seleccionado para formar parte de la lista fuesen defendidos de igual
manera en todas y cada una de las partes del sitio. No deja de llamar la atención como El
Álamo navega lejos del discurso de la confluencia latina e indígena en San Antonio y se
centra mayoritariamente en la epopeya de la derrota del estadounidense.
Este hecho esta acrecentado aún más debido a que El Álamo se encuentra en pleno
corazón de San Antonio y que a su alrededor se ha creado una especie de parque de
atracciones para turistas, con tiendas de regalos, centros comerciales y atracciones. Cada
una de las misiones se encuentran a unos 4 o 5 kilómetros de distancia a lo largo del río
San Antonio, conectadas por el famoso Riverwalk de la ciudad. La mayoría de los turistas,
casi todos nativos del país de las barras y estrellas son atraídos hacia El Álamo, quedando
el resto de misiones en un segundo plano. Obviamente esto no es coincidencia y se basa
en la mitología creada a partir de la batalla de 1836.
Hay muchas piezas en este juego de poder entre relatos históricos. Debido a la brevedad de
este artículo no entraré en la política detrás de estos discursos, muchos de los que hayáis
leído el artículo ya sabréis que es lo que hay tras el telón.
El Álamo ha sido convertido en un símbolo nacional dejando de lado al resto de sus
congéneres. Ahora la ciudad de San Antonio y el Servicio de Parques Nacionales intenta
equilibrar la balanza mediante proyectos patrimoniales y publicidad, sin embargo la brecha
parece insalvable.
Este pequeño ejemplo del otro lado del charco creo representa muy bien la importancia que
tiene el relato en un sitio patrimonial. El Álamo ejemplifica como el reforzar hechos
históricos u obviarlos de alguna manera hace que se cree una imagen distorsionada de la
historia. San Antonio de Valero es apenas una sombra de El Álamo cuando en realidad
deberían ir de la mano. Para concluir me gustaría proponer otras cuestiones que nacen tras
escribir este pequeño ejemplo:
¿Existe algún caso similar en España? ¿ Hemos sido capaces de representar la multitud de
discursos históricos que hay en nuestros sitios patrimoniales?
Estas preguntas no tienen fácil respuesta y dejo en manos de los siguientes autores el
desafío de responderlas.