Este es un artículo de Carolina Vicario Olmos, alumna de la Universidad de Burgos, tutorizada por el profesor David Peterson.
La línea Santander-Mediterráneo, también conocida como línea de Calatayud a Cidad Dosante, se inauguró en el año 1930 -aunque la idea de su construcción surgió ya a finales del siglo XIX- para unir los puertos de Valencia y Santander y mejorar las conexiones entre Madrid y Bilbao.
Fueron en total 366 km de vía que, a su paso por Burgos, atravesaba la comarca de Tierra de Lara, hoy una de las más afectadas en esta provincia por la despoblación, deteniéndose en las estaciones que jalonaban este recorrido desde Los Ausines hasta Salas de los Infantes, pasando por Revilla del Campo, Campolara, Cascajares-Hortigüela, Barbadillo del Mercado y La Revilla. Las estaciones se distinguían por su categoría -de primera, segunda o tercera clase, apeaderos o apartaderos- lo que también condicionaba la arquitectura en general; en función de estas categorías, contaban o no con una serie de dependencias y elementos, como casa para el guardabarrera, almacenes, aseos, depósitos de agua, freno, pozos, señalizaciones, etc.
En este tramo nos vamos a encontrar con una estación de 2ª clase, la de Salas de los Infantes (sólo habría otra más en la provincia, la de Villarcayo). A primera vista se observa que esta estación no es como la mayoría de las que podemos encontrar en el recorrido de esta línea. Salas de los Infantes era la localidad más importante de la zona -es Partido Judicial- y su estación se correspondía con esta condición. En consecuencia, el edificio es mucho más grande de lo habitual y su tipología única en toda la línea Santander-Mediterráneo: un imponente edificio principal con un cuerpo central de tres alturas y dos alas, una a cada lado, en perfecta simetría de conjunto, con una marquesina que completa este aspecto de importancia. Su fachada en mampostería de arenisca y ladrillo caravista la distingue también del resto de estaciones, en general revocadas con mortero y posteriormente pintadas La planta inferior se destinaba a funciones propias de la estación, mientras que la superior la formaban dos viviendas; además, contaba con caseta de urinarios, almacenes, báscula de pesaje, depósito de agua, playa de vías, etc.
Esta estación fue una de las más importantes de todo el trazado, sobre todo en el volumen de mercancías que transitaban por ella. Pero, sobre todo, fue importante porque en ella tuvo la industria maderera de la comarca una gran aliada, a la hora de transportar sus productos, con lo que esto suponía en una sociedad rural.
La estación de Salas de los Infantes, al contrario de lo que sucede con la mayoría de las mencionadas, se encuentra en un estado de conservación relativamente bueno. El ayuntamiento de esta localidad se había interesado por mantener el edificio y las instalaciones que aún se conservan, así como su playa de vías – para poder poner en valor los recursos de la zona, que son muchos y variados.
Hace unos años se intentó conservar un tramo de vía para llevar a cabo un proyecto que llamaron “Un tren de cine”: se llegaron a adquirir vagones de otras líneas que hoy permanecen almacenados en el recinto de la estación. La idea parece buena y es atractiva: Salas de los Infantes se encuentra en el epicentro de una zona donde se rodaron escenas de varias películas, entre ellas, El milagro de P.Tinto (1998) en la cercana- y en ruinas- estación de La Revilla, El valle de las Espadas (1963), en lugares como Santo Domingo de Silos, Hortigüela o el Monasterio de San Pedro de Arlanza, Las petroleras (1971), rodada en la misma localidad de Salas de los Infantes y para la que incluso se utilizó un tramo de vía entre diferentes localidades de Tierra de Pinares, o quizás la más conocida El bueno, el feo y el malo (1966), filmada en varias localizaciones entre Salas y Hortigüela, como Contreras, Carazo, el valle del Arlanza o, de nuevo, el Monasterio de San Pedro de Arlanza, donde se rodó la escena de la convalecencia de Clint Eastwood en la Misión de San Antonio. Respecto a esta última, gracias a la iniciativa de un grupo de personas que se propuso “reconstruir” el cementerio de Sad Hill y cuyo trabajo se vio recompensado con el documental Desenterrando Sad Hill (2017) de Guillermo de Oliveira, la comarca de Tierra de Lara se puso en el mapa para mucha gente de todo el mundo.
Quizás el proyecto del tren no llegue a realizarse, pero se pueden poner en marcha otras iniciativas que incluyan la rehabilitación y recuperación del edificio de la estación. Puede ser un centro de interpretación dedicado al cine y las localizaciones de los rodajes, con aulas para talleres audiovisuales, de arte, visitas de centros educativos, etc.
Pero no sólo del cine podrían “resurgir” Salas de los Infantes y su estación: su patrimonio paleontológico es de los más importantes a nivel internacional, con importantes yacimientos de icnitas en sus alrededores y fósiles de dinosaurios únicos en el mundo. Todo este patrimonio y muchas otras piezas de arqueología recuperadas en la zona se exhiben hoy en un museo en el centro de la localidad, que difícilmente podría ampliar su espacio con posibles nuevos hallazgos. El recinto de la estación podría ser una buena ubicación tanto para el museo como para un posible parque temático exterior, un pequeño restaurante y, desde luego, el acceso a los visitantes- turismos particulares e incluso autobuses- sería mucho más apropiado. También la naturaleza es una aliada importante para la recuperación de este espacio; la Sierra de la Demanda, las Lagunas de Neila, los sabinares del Arlanza, el Cañón del Río Lobos, la rica fauna y flora de la zona, constituyen un rico patrimonio natural que podría tener su espacio tanto para la divulgación científica como para el turismo, mediante la puesta en valor del patrimonio ferroviario de esta localidad burgalesa.
El tiempo dirá qué sucede finalmente con este magnífico edificio y el resto de las instalaciones. De momento, sigue esperando a que alguien se atreva a tomar una decisión.
BIBLIOGRAFÍA
DÍAZ GONZÁLEZ, Fernando; DEL CASTILLO GARCÍA, Benito; SAÍN VARONA, Carlos et al. MORENO GALLO, Miguel A. (Coord.). Santander- Mediterráneo, el ferrocarril que perdió el norte, Dossoles, Burgos, 2011.
DOBESON, Kenneth M. El Ferrocarril Santander-Mediterráneo, Aldaba, Madrid, 1988.
PÉREZ BUSTAMANTE, José. El Ferrocarril Santander-Mediterráneo, Autoedición, Santander, 1952.
FUENTE IMAGEN: euroferroviarios.net
Ingeniera, entusiasta profesora de secundaria y estudiante del Grado en Historia y Patrimonio en la Universidad de Burgos. Creo en la compatibilidad de la protección y conservación del patrimonio con la forma de vida actual y en la necesidad de una correcta puesta en valor y difusión de este para conseguir una mayor implicación de nuestra sociedad.