David es un tipo normal… o quizá no tanto. Profesor de filosofía en Secundaria, le gusta debatir con sus alumnos/as sobre solidaridad y compromiso, sobre cambio climático e igualdad. Hace años que utiliza la bicicleta como medio de transporte para moverse por Madrid, y anima a todos a hacerlo a través de su perfil de Instagram. Hace pocas semanas sufrió un accidente. Un coche le atropelló y se dio a la fuga. Y es que Madrid, como tantas otras ciudades, no está preparada para la convivencia de vehículos y bicicletas, y son muchas las lesiones y fallecimientos que se producen por ello.
El arquitecto Jan Ghel, que ha revolucionado el urbanismo peatonalizando y fomentando del uso de la bicicleta en el centro de Copenhague, Nueva York, Moscú o Shanghái, suele hablar de los dos grandes errores del urbanismo del siglo XX. Uno es el Movimiento Moderno, responsable de la modernización de la urbe tras las dos guerras y que enarboló la bandera de la separación de usos y la una particular estética de los objetos (edificios, industrias, viario…). El otro es la motorización de la ciudad, es decir, la cesión de una buena parte del espacio público al coche. Por fin alguien del ramo puso el dedo en la llaga y atacó los principios que impusiera el sacrosanto Le Corbusier y algunos de sus colegas hace casi un siglo.
Por su parte, hace más de veinte años, un biólogo experto en medio ambiente -Salvador Rueda- comenzó a desarrollar la idea de las supermanzanas. Resumiendo mucho, una supermanzana es un conjunto de manzanas de unos 500 metros de lado donde el tráfico queda restringido al uso residencial y de carga y descarga. Es este un modo de rediseñar la movilidad sin hacer grandes cambios en la ciudad consolidada, que consigue transformar la vida del barrio, devolver la calle al peatón y fomentar las relaciones. En distintas zonas de Barcelona se ha implementado ya el modelo. Ayer mismo, el Ayuntamiento de Madrid anunció que lo aplicaría también a la capital. Es una gran noticia, estamos de enhorabuena. Esperemos que sea una apuesta ambiciosa y no pase mucho tiempo hasta que se haga realidad. Esperamos que, con esta operación y otras iniciativas también muy necesarias, peatones, ciclistas y árboles consigan hacer de Madrid una ciudad más habitable, con muchos menos coches y contaminación. El cambio de paradigma ha llegado para quedarse y tenemos que ir rápido.
Por cierto, David sigue recuperándose poco a poco. Desde aquí le mandamos un afectuoso saludo y esperamos volver a encontrarle pronto por el barrio.
Imagen: ridemybikemadrid_David en su bicicleta por Madrid hace unos meses.