Lisboa, 1905

Tras el descanso de verano, estamos de vuelta con las charlas con los héroes olvidados de la historia española. Para retomar esta sección, tenemos el gran honor de hablar con Carolina Coronado Romero, famosa escritora. *

 

P: Buenos días, Doña Carolina y gracias por tenernos en su casa, aquí en la capital portuguesa.

R: De nada. Gracias a vosotros por viajar hasta aquí. Yo ya no estoy para haces esos viajes.

P: Para empezar, me gustaría preguntarle algo sobre su infancia. Si no me equivoco, usted es extremeña.

R: Sí, de Almendralejo. Fue una infancia normal o por lo menos yo lo percibía así. Éramos muchos hermanos – ocho en total. Yo soy la tercera. A mi padre, que era militar, le acusaron de “liberal y antifernandino”. En general, vivíamos ajenos a todo el ruido de la vida social que pudiéramos haber tenido en una ciudad más grande.

P: Supongo que eso fue limitativo siendo una mujer joven y, me imagino, con ganas de conocer el mundo.

R: Sí, un poco. Aun teniendo tantos hermanos, me sentía sola y la única compañía que tenía eran los libros.

P: Como pesó eso en su decisión de dedicarse a la escritura? ¿Cómo fue ese momento de publicar y de decidir exponer sus pensamientos e ideas para que todo el mundo los pueda leer?

R: Es una experiencia única. Cuando por primera vez salió un ensayo mío, en 1839, en la revista madrileña El Piloto, entendí que yo sí podría escribir y mi trabajo fue bien recibido.

P: Hubo una noticia de su presunta muerte en ese momento. ¿Qué pasó?

R: Jajaja, sí, una falsa noticia. Tuve un ataque cataléptico, nada más. No sé quién luego difundió la noticia de mi muerte, pero ese hecho me ayudo conseguir la fama. Luego todos querían leer mi trabajo.

P: ¡Que interesante! Después de ese debut exitoso, se mudó a Madrid. ¿Cómo era vivir en la capital en esa época?

R: Fue un poco más tarde. Viví otros 7-8 años en Extremadura. Pero, sí, al final me mude a la capital. Eso fue la mejor y la peor época de mi vida. Una época muy intensa. Mi gran amigo y consejero, escritor Juan Eugenio de Hartzenbusch me ayudó a situarme y muy pronto me convertí en una de las damas de la corte de la reina Isabel II y su amiga. Por entonces, organizaba tertulias y matines, fiestas sociales…. Y en una de ellas conocí mi querido marido, Horacio Perry Spragne.

P: ¿Es verdad que para casarse con él tuvo que liberarse del voto de castidad?

R: Sí. Tomé los votos en Sevilla, en la catedral. En ese momento me pareció una buena decisión. Pero luego me di cuenta que quería compartir mi vida con Perry y nos casamos en 1853. Ese mismo año salió mi segundo libro de poesía.

P: Hablando de su marido, ¿es verdad que usted provocó un escándalo por el tema de la abolición de la esclavitud?

R: Sí. Siempre me interesé por los temas de las mujeres, pero también de otros grupos vulnerables. Y me impactaba mucho que todavía existiera la esclavitud, no lo podía entender. Perry lo sabía. Me declaré abolicionista de la esclavitud, algo que no era de acorde con la postura americana del momento. De igual manera, tampoco era partidaria de sus apetencias sobre la isla de Cuba.

P: ¿Perdió su marido su puesto por eso?

R: Pues es probable. El caso es que cesaron a mi marido en el puesto diplomático que ocupaba y le nombraron agente de la Compañía Eastern Telegraph que tenía su oficina en Lisboa. Por eso nos trasladamos aquí. Bueno y por otras cosas. Madrid había cambiado mucho, y ya no era la ciudad que conocíamos. También necesitábamos un cambio de aire después de perder a nuestro hijo primogénito y la hija mayor.

P: Después de todo eso es normal que uno quiera cambiar de aires de vez en cuando. ¿Qué nos puede decir de su vida aquí, en Lisboa?

R: En principio llevábamos una vida muy activa: muchas tertulias y fiestas, nuevos amigos y algunos antiguos conocidos. Pero poco a poco me he ido cansando de esa vida. Unos años antes de la muerte de mi marido, su negocio sufrió mucho y tuvimos que cambiar de nuevo la vida.

Tras la muerte de Perry ya nada ha sido igual para mí. Intento trabajar, pero en estos 15 años transcurridos desde su muerte, lo que más me apetece que vivir recluida y lejos del mundo.

P: Una vez más, gracias por aceptar nuestra invitación y hablar con nosotros. Para terminar, me gustaría que me diga algo más sobre su obra literaria.

R: Escribo de todo. Lo más conocido y reconocido está siendo mi poesía, de la que a día de hoy que tengo dos libros publicados. Pero, aparte de eso, he escrito una obra de teatro, un libro de viajes, unos ensayos e, incluso, una serie de novelas cortas y largas.

P: Tiene Usted una carrera muy prolifera. Espero que podamos ver más sus obras. ¡Muchas gracias!

R: A usted. Hasta luego.

 

*aunque los hechos presentados en esta entrevista son históricamente correctos, todo el diálogo es el fruto de la imaginación de la autora