Córdoba, 949

¡Buenos días a todos y muchas gracias por estar una semana más con nosotros! Hoy tenemos el gran honor y privilegio de poder hablar con el Califa Abd al-Rahman III durante la celebración del 20 aniversario de la proclamación del Califato de Córdoba. *

 

P: Buenos días Su Majestad. Bueno, podríamos empezar por allí. ¿Cuál es su título oficial?

R: Buenos días. Sí, pues ya desde hace 20 años, mi título es al-Nasir li-din Allah, que se podría traducir como “el que trae la victoria a la religión de Dios”. Ese es el título oficial califal. También, desde que proclamé el Califato tengo el título de Príncipe de los Creyentes.

P: ¡Que interesante! Como dice Usted, ya lleva 20 años siendo el Califa. El camino hasta aquí no habrá sido nada fácil……

R: No, para nada. Pero cada uno tiene sus retos en la vida y yo ya asumí que mi vida estaría llena da luchas y batallas. La vida sabe compensar y darnos algún momento mágico, que nos recuerda por qué hacemos lo que hacemos.

P: ¿Qué recuerda de su niñez? ¿Cómo era la vida en el palacio antes de subir al trono?

R: Como Usted bien sabe, no llegue de conocer a mi padre. Bueno, tenía solo 20 días cuando mi tío lo mató por orden de mi abuelo. Y mi madre era una esclava, una concubina de origen cristiano igual que mi abuela paterna. Yo incluso viví un tiempo en el harem que llevaba mi tía, cosa que no me gustó mucho por los malos tratos que sufrí.

Sin embargo, lo que más recuerdo de esa época son los estudios. Mi abuelo insistía que me preparara para sustituirlo y desde pequeño todo el mundo me decía que yo era su favorito. No sé si llegó de ser así, pero lo que es seguro es que me eligió como su heredero pese a ser yo un niño con muchos tíos paternos vivos que luchaban por el trono.

P: Usted subió al trono relativamente joven ¿no?

R: Claro. Mi abuelo murió cuando yo tenía 19 años, en 912. Tuve que madurar mucho y rápido. El estado se vio atacado por los rebeldes que me veían, como niño que era, fácil de manipular.

P: Usted demostró que eso no era así. Los primeros años de gobierno los pasó luchando y dirigiendo el ejercito personalmente.

R: Sí, sí, esos años fueron muy intensos. Yo era joven, con muchas ganas de demostrar mi valía. También es cierto que eso lo aprovechamos como el elemento-sorpresa. En principio, pocos creían que podría llevar yo la campaña personalmente.

P: A parte de los rebeldes, esos años estuvieron marcados por muchos problemas en el plano internacional.

R: Es verdad. Tanto en el norte como en el sur los enemigos pretendían acabar conmigo y con mi gobierno. Los fatimíes crearon muchos problemas en el Magreb. No fue hasta que conquisté a Melilla y Ceuta que pude controlarlos más. Y al norte, los reyes cristianos aprovechaban cada momento de nuestros conflictos internos para atacar las fronteras. Pero tuve suerte ya que los conflictos entre ellos mismos les impedían a unirse de manera efectiva contra mí.

P: Después de todo eso, llegó 929. ¿En que estaba pensando cuando decidió proclamarse Califa? ¿Cómo fueron los primeros años del califato?

R: Los problemas no desaparecieron solo con proclamarme yo como Califa. A ese paso me decidí por varias razones. En primer lugar, fue un momento puntual de paz relativa en las fronteras. Por otro lado, el estado en Bagdad estaba perdiendo su esplendor y su fuerza y lo más importante, los fatimíes del norte de África proclamaron su propio califato. Para enfrentarme a ellos, tenía que tener su mismo rango.

Tras proclamarme Califa, pude acuñar nuevas monedas en oro con mi nombre y reformar un  sistema monetario que llevaba años en crisis.

Finalmente, inicié la construcción de este maravilloso lugar conde nos encontramos ahora. Si todo lo que quedara detrás de mi, fuese esta ciudad, me consideraría un hombre afortunado.

P: Medinat al-Zahra es, sin duda alguna, una joya de su imperio. Tardó años de construirse, si no me equivoco. ¿Cómo se decidió a dar este paso?

R: Como ya he mencionado, una vez que me proclamé Califa, era preciso construir una ciudad califal. Un nuevo centro de un nuevo estado, que luciría el esplendor y la riqueza de nuestras tierras. Es verdad, tardamos mucho en terminar las obras. De hecho, la corte se trasladó aquí hace apenas cuatro años, en 945 y la Casa de la Moneda el año pasado, y aún hay partes que siguen sin rematar.

P: ¿Es verdad que la ciudad debe su nombre a su esposa favorita Azahira?

R: Jajaja, muchos me preguntan eso. El nombre de la ciudad Madīnat al-Zahrā significa “la ciudad brillante”. Así que, no necesariamente se vincula con un nombre femenino. Y si existe una mujer detrás de eso, quedará como mi pequeño secreto.

P: ¿A que se dedica estos días?

R: Estos días estoy bastante ocupado atendiendo al embajador del Imperio Bizantino. Es importante mantener buenas relaciones con todo el mundo. La misiva me trajo dos libros de gran valor y estoy, impaciente, esperando a que vengan los sabios que los pueden traducir. Me interesa mucho lo que dicen.

P: Para terminar, ¿algún plan futuro que pueda compartir con nosotros?

R: Quiero hacer de Córdoba una capital de primer rango mundial, con un centro de la enseñanza de letras, arte y ciencias y también. una ciudad segura y prospera. Estoy, ahora mismo, iluminado las calles, construyendo baños públicos y bibliotecas. Quiero dejar detrás de mío una universidad, una escuela de medicina y otra de traductores de griego y hebreo al árabe. Todo ello sin olvidarme de continuar con las obras de la mezquita…..

 

 

*aunque los hechos presentados en esta entrevista son históricamente correctos, todo el diálogo es el fruto de la imaginación de la autora