Hace mucho tiempo en una galaxia muy, muy lejana, los museos se concebían como templos del saber, las artes y las ciencias. Con el paso de los años, su definición ha ido evolucionando en función de las necesidades de una sociedad cambiante. A pesar de que en 1909 Marinetti y el Manifiesto Futurista propusieron su muerte, los museos parecen cumplir la ley de la termodinámica, ni se crean ni se destruyen. Sólo se transforman.
En pleno 2020, mientras deambulan en busca de una nueva identidad y su redefinición, llega desde el lado oscuro una pandemia que ha dejado confinados no sólo a sus profesionales sino también a sus usuarios y visitantes. Como alternativa y solución, delante de sus pantallas, los unos se convierten en seres multitarea para combatir -cual stormtroopers – su tiempo libre, y los otros, se esmeran en difundir y dar a conocer nuestro legado cultural. Vídeos en directo desde Instagram, conferencias por Zoom, Quiz de preguntas y respuestas, conservadores que narran la historia de las piezas del mes, réplicas y contrarréplicas a los haters en Twitter, etc. Un totum revolutum que para nada es tarea fácil, sobre todo si quienes gestionan esas redes, en muchos casos, han tenido que formarse a base de ensayo/error en este universo virtual.
Pero cabe preguntarnos, si todo vale en dicho universo. Creemos que no.
Cada mañana navego en mi velero digital por los diferentes perfiles de instituciones culturales. Traspaso aguas internacionales y me muevo por el mar territorial. Mi objetivo como usuaria, visitante y profesional de la cultura, es seguir aprendiendo, investigar, conocer qué se trama en esas otras embarcaciones y buques insignia, con especial atención a los de pabellón nacional. En esta travesía encuentras compañeros de aventuras, piratas, corsarios, gentes de otras tierras, incluso de otras nebulosas que viajan en su propio Halcón Milenario. No es que yo, cuarentona (los cuarenta son los nuevos treinta), me considere una vetusta tecnológica. Pero sí, tal vez, me separe esa – hoy tan necesaria- distancia de seguridad frente a los nativos digitales. Digamos que no olvido el olor a libro…
El debate surgió, al parecer, un glorioso 4 de mayo (disculpen mi ignorancia): Día de la Guerra de las Galaxias (o San Jorge Lucas, depende de sus creencias). Un día cualquiera, dentro de esa nueva monomanía de bautizar los días, -no con santos mártires- si no con efemérides como el Día de la Croqueta (16 de enero, también San Marcelo I), o incluso el Día Internacional del Retrete (19 de noviembre, también del Santo Profeta Abdías). En esta tela de araña digital, capaz de biosintetizar seres humanos con máquinas, pero también de rejuvenecer instituciones culturales añejas que estiran sus arrugas a base de un sólo click, los jóvenes padawan que trabajan en los departamentos de comunicación y difusión de nuestro museos nos regalaron varios guiños a esa saga cinematográfica del siglo pasado (que, por mucho smartphone y moderno que te creas, la década de los 70 es el origen de este fenómeno interestelar).
Así en las efímeras stories del Museo Nacional de Artes Decorativas, dejaban colarse en sus salas al maestro Yoda, a un atractivo Han Solo en su cocina valenciana del siglo XVIII, o a la joven princesa Leia reflejada en el espejo de una extraordinaria pieza de mobiliario decorada con laca nambán. El Museo Cerralbo, cuyas redes sociales son gestionadas por varios técnicos y conservadores, trasformaba a Polixena Cristina, reina de Cerdeña, en Padmé Amidala, soberana de Naboo. O el Museo del Greco, quien ha desposeído a Santo Tomás de su atributo iconográfico por un galáctico sable de luz, sin saber que es un arma que requiere habilidad y entrenamiento.

Fuente: RRSS de varios museos estatales
No es que nos sorprendan o molesten este tipo de guiños (hay cosas peores en los museos), pero creo que se hace necesario abrir un debate. Y me encomiendo a la Fuerza, porque criticar el mundo museal puede tener sus efectos. Haré caso a Charles Bukowski: “¡Si vas a intentarlo, ve hasta el final (…) Hazlo!”
El museo es un medio de comunicación, sí, un medio de expresión con un alto grado de responsabilidad social. Pero esa democratización del museo no puede caer en banalidades. Es tiempo de repensar hacia dónde van los museos. Recientemente y en relación con este tema, el ICOM (Comité Internacional de Museos de Unesco), proponía una serie de acciones entre las que destacamos su intención de elaborar un plan de difusión que, a través de los grandes medios de comunicación incentive la visita a los museos y enfatice los aspectos emocionales y vivenciales de la experiencia cultural (https://icom.museum/es/covid-19/). Entiendo que el fenómeno Star Wars sea un fenómeno social a nivel internacional, que erice el vello de los más pintorescos y extravagantes (así define y acepta el DRAE el término friki) seguidores de Chewbacca y Obi Wan.
Pero no, no todo vale. Y una vez más, perdonen mi ignorancia, pero no siempre se acierta en los contenidos. En este caso, que nos sirve de ejemplo, no encuentro el punto de unión con los museos… y lo que pretendo es ir más allá de ese guiño interestelar: acaso, ¿no hay nada mejor que celebrar? O mejor aún, ¿nada mejor que reivindicar en un futuro tan incierto y oscuro para esta gran institución cultural? Precisamente la escasez de profesionales en los museos, de recursos económicos, de proyectos de investigación, piezas que duermen siglos en almacenes, la implantación de esa teórica sostenibilidad en todas sus vertientes, son los que verdaderamente y con urgencia, necesitan de un ejército imperial, maestros jedi que porten sus sables y abran luz en su oscuridad. Reprogramemos nuestros androides museales para el presente y el futuro, en el que la cultura está demostrando ser más que una píldora que sana vicios y aumenta endorfinas. Soy de las que cree en el uso social y comunitario de los museos, y por ello, en el siglo XXI, la presencia digital es inseparable de ellos. Hoy es la que agita nuestra sociedad. Creemos campañas eficaces, con contenidos atractivos, pero con un objetivo claro, directo y de calidad. Fomentemos a través de esa galaxia discursos que nos hagan poner en marcha un pensamiento crítico, que nos hagan recapacitar, ser diferentes y como dijo mi maestro jedi, mejores personas.
Concluimos ansiosos por conocer la próxima semana la #Museumweek, el evento cultural virtual más destacado del año: 7 días, 7 temas y 7 hashtags. Pero ¡cuidado!, mañana es el Happy Jonas Day (Día Internacional de los Jonas Brothers).
¡Que la fuerza os acompañe!
SOCIA 2153
Humanista, rebelde y buscadora de sueños en museos. Máster en Patrimonio Cultural y Guía Oficial de Turismo. Desde 2016 dirige La maleta de Bly para difundir la cultura.