Alcalá de Henares, 1601

Buenos días. Una vez más más os damos la bienvenida a nuestro rincón de entrevistas. Esta semana hemos hablado con la pintora y profesa jesuita Catalina de Mendoza. *

 

P: Buenos días y muchas gracias por recibirnos hoy. Nos gusta empezar desde el principio, así que mi primera pregunta será sobre su familia e infancia.

R: Buenos días y bienvenidos a Alcalá de Henares. ¿Mi infancia? Han pasado tantos años… Yo nací en Granada como hija natural de mi padre, Íñigo López de Mendoza que en ese momento ostentaba el puesto del capitán general del reino de Granada y alcalde perpetuo de la Alhambra. La ausencia de mi figura materna, hizo que creciese en casa de mis abuelos, Luis Hurtado de Mendoza y Catalina de Mendoza…

P: Perdone la interrupción, su abuelo fue el presidente del Consejo Real, ¿no?

R: Así es. Me mandaron a su casa con 3 años. Como puede imaginar, mis abuelos se preocuparon en ofrecerme una educación amplia en muchos ámbitos, como pueden ser ciencias, religión, idiomas, música, dibujo y pintura… Me considero muy afortunada por ello, pues soy consciente de que no era, ni es, algo habitual tratándose de una niña.

P: A parte de sus abuelos, he leído que su tía tuvo una influencia importante en su vida.

R: Sí, mi tía paterna, María de Mendoza, “la Blanca”, fue decisiva para que yo viniese por primera vez a Alcalá de Henares. Con ella viví 18 años. Cuando era joven, mi lectura favorita eran los libros de caballerías, pero mi tía me introdujo en las obras de fray Luis de Granada, que me ayudaron mucho a lo largo de mi vida.

P: Usted se casó muy joven pero nunca llegó a convivir con su marido. ¿Qué pasó?

R: Sí, las nupcias se celebraron cuando yo tenía 15 años con Diego de Ayala y Rojas que vivía en Sevilla. Antes de llegar a convivir, me llegaron rumores acerca de su infidelidad y de numerosos escándalos en los que se vio involucrado. Alegando eso y la no consumación del matrimonio, pedí de Roma la anulación del vínculo, la cual se me otorgó 20 años después.

P: Mucho tiempo, sin duda alguna. Usted, mientras tanto, estaba en la Corte, en Madrid.

R: No todo el tiempo, pero sí era la dama de honor de Doña Juana de Austria, la hermana de Su Majestad, Don Felipe II. Disfrutaba mucho mi estancia en la Corte, sobre todo por poder rodearme con la gente del mundo del arte y las ciencias.

P: Usted también es una artista.

R: Jajaja, sí, me encanta pintar. Sobre todo, flores y bodegas.

P: Pero también realizó algún retrato, si no me equivoco.

R: Sí, dos retratos. El del Conde de Gomera, y el del pintor holandés Schalcken.

P: Además de todo esto, usted ha sido una de los gobernadores de la casa y propiedades de su padre. ¿Cómo pasó esto?

R: A mi padre le nombraron al marqués de Mondéjar Capitán General del reino de Nápoles y se tuvo que ir allí. Por eso, el resto de la familia que se quedó en España nos encargamos de sus propiedades. La verdad es que tuve mucha suerte y con las decisiones que tomé pude mejorar las finanzas de la familia.

P: ¿Y pudo disponer de su herencia luego?

R: Sí, se lo pedí a mi padre cuando volvió de Nápoles. Mi deseo era seguir la labor de grandes mujeres de mi familia y realizar obras de beneficencia y de promoción del culto.

P: Usted, al final, se fue un paso más y entró en la Compañía de Jesús.

R: Tardé casi 30 años con las suplicas al padre general de la Compañía de Jesús para que aceptase la renuncia de todos mis bienes y me permitiese hacer los votos de pobreza y obediencia. Conseguí emitir los votos religiosos solemnes el día 24 de junio del año pasado, y los recibió el padre provincial de Toledo.

P: Con esto usted se convierte en la primera mujer profesa de la Compañía de Jesús.

R: Por la voluntad divida, es así. La princesa Juana de Austria había sido autorizada en 1554 a emitir sólo los votos privados de los religiosos no aprobados definitivamente.

P: Al mismo tiempo, empiezan las obras del edificio e iglesia de Alcalá que usted dispuso construir.

R: Sí, es uno de mis proyectos. Mi único deseo es ser allí enterada junto con mi tía.

P: Esperemos que pase mucho tiempo hasta ese momento. Muchas gracias por hablar con nosotros y mucha suerte en su labor.

R: Gracias a ustedes por interesarse en mi vida. Adiós.

 

 

*aunque los hechos presentados en esta entrevista son históricamente correctos, todo el diálogo es el fruto de la imaginación de la autora